martes, 5 de noviembre de 2013

Hablemos de animación (I): la actitud

Aquí está la primera charla escrita por Jorge Vigara de Hablemos de animación. Disfrutadla.
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 1 La actitud


¿Por qué es tan importante la actitud? Porque la actitud va desde la posibilidad de darnos o quitar un trabajo a lo que es importante: condiciona nuestro progreso como creativos.

Es interesante verlo desde un punto de vista externo ya que esto es un trabajo en equipo, es decir, el contacto entre personas es necesario y sucede muchas veces al día. Por lo que la actitud puede demostrar qué tal persona eres y si se puede confiar en ti o no. Desde lo más simple, como pedir un favor, pedir feedback o el retar con una tarea no llevada a cabo antes por esa persona. Esto nos puede llevar a la promoción y a nuevos caminos creativos.

Para entender la importancia de la actitud hay que entender que la animación proviene de un trabajo puramente artístico. En los primeros años del 2D la animación de un plano en sí estaba realizada por una persona: el animador (que en muchas ocasiones era el diseñador). Actualmente eso es un trabajo de 4 personas: el diseñador de personajes, el modelador, el rigger y el animador. Esto se ha debido a la globalización y expansión del mercado de la animación, lo que permite por el momento gracias a lo lucrativo que es este mercado, que intervengan más personas en el proceso de creación.

La creación de esta industria de animación CG y por ello de la división del perfil de este animador 2D en varios perfiles técnicos y artísticos se da sencillamente por una razón: el talento entrenado es difícil de conseguir y muy caro. Digo entrenado, porque el mercado hoy no permite la posibilidad de entrenar y enseñar a sus técnicos y artistas. Cada vez es más exagerado la necesidad que existe en la industria que estudiantes salgan listos para sacar planos. Apenas año y medio de Animation Mentor y ya estás listo para tu primera película. Los estudios han venido comprobando durante todos estos años que sus ganancias siguen siendo las mismas, o incluso aumentan, sin importar demasiado que la calidad de sus artistas individualmente sea muy alto, ya que lo que importa es el trabajo global: el resultado del equipo.

Por eso hay que ser consciente de algo importante, y me incluyo: tenemos la cuarta o quinta parte de habilidades que un animador 2D. Hablo de habilidad, no de talento. El talento es algo que está dentro de nosotros, pero que requiere práctica y tiempo para mostrar todo su potencial: esto es habilidad. Y a la hora de animar, ¿qué es lo que va a suplir esa falta y nos va a empujar a desarrollar cada vez mejor nuestras habilidades? La actitud.

La actitud es algo que hay que hacerlo conscientemente. Nos pueden enseñar a animar, y en qué consiste la animación, pero no nos enseñan a ser animadores. Y un animador es sobre todo una cosa: un lúcido de la vida. Esto significa que observa, que escucha, que huele, que toca, que entiende cómo sus emociones se transmiten para traducirse en su cuerpo, y cómo funcionan esas sensaciones similares en el cuerpo de otro bajo otras circunstancias. Sé que esto forma parte de la personalidad de cada uno pero es que es difícil separar aquello que nos hace persona con aquello que nos hace ser un buen animador. Generalmente una persona que desarrolla naturalmente esta actitud abierta y consciente es un buen animador 3D.

Como esto es una cuestión privada y personal que trasciende los límites del animador en sí, no voy a ir más allá. Pero sí puedo hablar de algo que forma parte de nuestro día a día en el trabajo y que facilita llevar a cabo esta actitud: el feedback. Para esto hay que quitarse el miedo a fallar. Fallar es bonito, porque significa que vas a mejorar en algo. No asociéis feedback a la palabra crítica, ya que tiene connotaciones negativas que no son reales. Asociarlo a mejorar, empujar, aprender... Es importante saber a quién pedir feedback (y darlo). Un feedback no sirve si solo destaca esos puntos mejorables. Hay que aconsejar o anotar cómo mejorar, por lo que cada vez que pidáis feedback quedaros con aquellos que os ayudan a comprender y a mejorar.

Cuando alguien se acostumbra al feedback y lo usa para mejorar su trabajo, uno acepta una cuestión fundamental: no lo sabemos todo ni tenemos las mejores ideas. Cualquiera puede anotarnos un fallo, contarnos una manera distinta de trabajar, enseñar algo o incluso plantear puntos de vista distintos al tuyo y que funcionen igual o mejor. En resumidas cuentas: acostumbrarse al feedback nos enseña a aprender. Esto se debe a que aceptamos la posibilidad de que hay algo mas allá que lo que uno opina o ve. Aprender es el hecho de asimilar algo desconocido o distinto, ¿verdad? Pues aprender a aprender significa aceptar que mejoramos nuestro trabajo gracias a eso desconocido o distinto. Eso supone el feedback.

Y lo más bonito de la magia del feedback es que el día en el que lo hagamos parte de nosotros, una semilla de curiosidad y de actitud se plantará en nosotros. Y crecerá, y crecerá...


Manejar el tiempo, descansar el ojo y la mente. La motivación.



Manejar el tiempo, descansar el ojo y la mente es otra cuestión que de manera natural no sale de nosotros y que si lo olvidamos a veces puede ser contraproducente. Pasar mucho tiempo frente a la pantalla consume mucho. Sobre todo en los últimos procesos de la animación (al pulir), cuando repetimos una y otra vez lo que vemos.

"Animation is concentration". Totalmente de acuerdo, pero para concentrarte en algo hay que venir de una visión global, porque si no, somos como caballos con anteojeras. Siendo técnicos, algo muy común cuando se pule según la jerarquía (ya sabéis, primero root/body, luego spine, cabeza y luego extremidades) es que al profundizar más y más nos centramos en esas partes que pulimos y nos olvidamos de cómo queda en el contexto global. Por ejemplo, vemos que la mano tiene un pulido genial, con sus arcos y sus movimientos pero no funciona como algo integrado al cuerpo y los movimientos de éste. Con los faciales vs movimiento de cabeza suele pasar lo mismo. Por eso a mí, personalmente, no me gusta ese método que se hizo famoso en los primeros años de AM conocido como "forget about the legs" ya que forzosamente nos impide trabajar en la globalidad y nos centramos en cada parte precisa.

Existen otros trucos que sirven para "desconectar" de esa concentración en una parte general y es ver el plano por un espejo, ver el plano desde lejos (hay algunos colegas que lo miran boca abajo incluso, no miento), verlo de distintas perspectivas. O incluso, dejar nuestro vídeo corriendo visible en el escritorio, ir a tomar un té/café o al WC y volver. De esta manera veremos el plano nada más acercarnos a nuestro escritorio y con cierta frescura reveladora.

Así que, por cuestión de salud y por el bien del plano, recordad que es bueno cortar. Esto es algo que, al igual que la actitud, no sale solo, hay que tener algo de disciplina y educarse a uno mismo para hacerlo.

Id a dar un paseo, leer, ¡dibujar!, ved internet. De hecho es el momento perfecto para ver otra serie de cosas que os saquen de la animación que estáis haciendo pero que os motive. La motivación, algo esencial que también tenemos que buscar. Ya hablaremos más adelante sobre cómo beber de otras disciplinas artísticas. Pero es en estos momentos donde podemos estudiar otros planos de otros animadores, o ver Arte y Animación de Christian Dan, ver algo de cine con los actores que os gusten, escuchar BSO... La motivación es algo importante ya que es el combustible de nuestro entusiasmo y ganas de animar. Digamos que cuando estamos animando, si no sabemos cómo manejarla, perdemos motivación. Y es muy curioso cómo a veces estamos sin combustible y no caemos en que tenemos que llenar el depósito.

Para motivarse, es importante conocerse a uno mismo y saber qué nos influye de esa manera tan positiva. Hablar incluso con según que compañeros motiva mucho, si existe ese feeling en el que habláis de animación sin parar y os emocionáis juntos en esas charlas. No hay nada como la motivación en grupo, ya que acerca a los miembros de los equipos entre sí.


Confianza vs Ego



Tema delicado el del ego. Seamos claros: todo el mundo tiene ego. Yo tengo ego. Y lo tenemos porque tenemos que pasar por ahí para confiar en nosotros mismos y seguir avanzando en nuestro camino creativo y/o artístico.

Confiar en uno mismo es necesario. Esto además no es incompatible con ser autoexigente y detallista. Al contrario, la confianza potencia la autoexigencia y el detallismo, ya que nos impulsa poco a poco a hacerlo cada vez mejor y llegar más lejos con nuestros planos.

Ahora, en el camino a ganar confianza en nosotros mismos y nuestro trabajo es donde reside la posibilidad de caer en el problema del ego.

El ego tira al traste toda nuestra atención con mantener una buena actitud, huele muy muy mal y no gusta. El ego hace que la gente no quiera trabajar contigo, y cuando es bastante elevado te da problemas laborales (por no hablar de los personales). Además de eso, el ego es el principal problema de que no sigamos avanzando en nuestra carrera. Como digo, el ego aparece de camino a medida que ganas confianza de manera lógica: si vamos haciendo bien nuestro trabajo y recibimos beneficios por ello (felicitaciones, mejores planos, gente que cada vez te pide más feedback ,trabajar en mejores producciones, mejor sueldo...) nos hacemos conscientes de ello y adquirimos una posición de bienestar y de orgullo muy rica.

No importa en qué momento de nuestra carrera ocurra, puede ser en vuestro segundo trabajo, o mientras estudiáis (curiosamente se frecuenta más cuanto menos experiencia se tiene). Pero cuando llegamos a ese punto en el que vemos nuestros resultados en una posición tan satisfactoria, se hace complicado el querer salir de ahí. A eso se le llama Ego, y psicológicamente hablando el ego es precisamente miedo al cambio. Rechazo. Nos ha costado tanto esfuerzo conseguir esos trabajos y provocar esos halagos en lo que nos rodean que tenemos miedo de no volverlo a conseguir. Por eso rechazamos nuevas ideas, los fallos que algunos compañeros ven, nuevas maneras de trabajar...

Confiar en uno mismo supone simplemente aceptar que lo haremos bien y mejor cada día si nos lo proponemos. Y que por las mismas razones que superamos las dificultades o retos pasados podremos superar las venideras. El querer asimilar esos cambios y usarlos para mejorar es la confianza. El rechazarlos es ego.

Y en una profesión que se realiza colectivamente, para una audiencia colectiva, hay que contemplar la opinión y la visión global. Si eso no se acepta, no es un problema, pero esa persona no trabajará agusto en esta industria o al revés, la industria quizás no lo acepte.

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